sábado 12 Octubre 2013
Sábado de la vigésima séptima semana del tiempo ordinario
Santa Narcisa de Jesús Martillo Morán
Leer el comentario del Evangelio por
San Bernardo : “Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2,51)
Joel 4,12-21.
¡Que despierten y suban las naciones al valle de Josafat! Porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor.
Pongan mano a la hoz: la mies está madura; vengan a pisar: el lagar está lleno; las cubas desbordan: ¡tan grande es su maldad!
¡Multitudes innumerables en el valle de la Decisión! Porque se acerca el Día del Señor en el valle de la Decisión.
El sol y la luna se oscurecen, las estrellas pierden su brillo.
El Señor ruge desde Sión y desde Jerusalén hace oír su voz: ¡tiemblan el cielo y la tierra! ¡Pero el Señor será un refugio para su pueblo, un resguardo para los israelitas!
Así ustedes sabrán que yo soy el Señor, su Dios, que habito en Sión, mi santa Montaña. Jerusalén será un lugar santo, y los extranjeros no pasarán más por ella.
Aquel día, las montañas destilarán vino nuevo y manará leche de las colinas; por todos los torrentes de Judá correrán las aguas, y brotará un manantial de la Casa del Señor, que regará el valle de las Acacias.
Egipto se convertirá en una desolación y Edóm en un desierto desolado, a causa de la violencia cometida contra las hijos de Judá, cuya sangre inocente derramaron en su país.
Pero Judá será habitada para siempre y Jerusalén por todas las generaciones.
Yo vengaré su sangre, no la dejaré impune, y el Señor tendrá su morada en Sión.
Salmo 97(96),1-2.5-6.11-12.
¡El Señor reina, alégrese la tierra,
regocíjense las islas numerosas!
Lo rodea una nube tenebrosa,
justicia y derecho son la base de su trono.
Los montes se derriten como cera
ante el que es Amo de toda la tierra;
los cielos proclaman su justicia
y todos los pueblos ven su gloria.
La luz ya asoma para el justo y la alegría,
para los de recto corazón.
Alégrense, justos en el Señor,
y den gracias a su santo nombre.
Lucas 11,27-28.
Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: "¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!".
Jesús le respondió: "Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermón para Adviento (trad. cf. breviario 1er miércoles de Adviento)
“Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2,51)
El que me ama –nos dice– guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a Él. (Jn 14,23). He leído en otra parte: El que teme a Dios obrará el bien; pero pienso que se dice algo más del que ama, porque éste guardará su palabra. ¿Y dónde va a guardarla? En el corazón sin duda alguna, como dice el profeta: En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti. (Sal. 118,11).
Así es cómo has de cumplir la palabra de Dios, porque son dichosos los que la cumplen. Es como si la palabra de Dios tuviera que pasar a las entrañas de tu alma, a tus afectos y a tu conducta. Haz del bien tu comida, y tu alma disfrutará con este alimento sustancioso. Y no te olvides de comer tu pan, no sea que tu corazón se vuelva árido: por el contrario, que tu alma rebose completamente satisfecha.
Si es así cómo guardas la palabra de Dios, no cabe duda que ella te guardará a ti. El Hijo vendrá a ti en compañía del Padre, vendrá el gran
Profeta, que renovará Jerusalén, el que lo hace todo nuevo. (Hch. 3,22; Jl 4,1; Ap 21,5).
Sábado de la vigésima séptima semana del tiempo ordinario
Santa Narcisa de Jesús Martillo Morán
Leer el comentario del Evangelio por
San Bernardo : “Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2,51)
Joel 4,12-21.
¡Que despierten y suban las naciones al valle de Josafat! Porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor.
Pongan mano a la hoz: la mies está madura; vengan a pisar: el lagar está lleno; las cubas desbordan: ¡tan grande es su maldad!
¡Multitudes innumerables en el valle de la Decisión! Porque se acerca el Día del Señor en el valle de la Decisión.
El sol y la luna se oscurecen, las estrellas pierden su brillo.
El Señor ruge desde Sión y desde Jerusalén hace oír su voz: ¡tiemblan el cielo y la tierra! ¡Pero el Señor será un refugio para su pueblo, un resguardo para los israelitas!
Así ustedes sabrán que yo soy el Señor, su Dios, que habito en Sión, mi santa Montaña. Jerusalén será un lugar santo, y los extranjeros no pasarán más por ella.
Aquel día, las montañas destilarán vino nuevo y manará leche de las colinas; por todos los torrentes de Judá correrán las aguas, y brotará un manantial de la Casa del Señor, que regará el valle de las Acacias.
Egipto se convertirá en una desolación y Edóm en un desierto desolado, a causa de la violencia cometida contra las hijos de Judá, cuya sangre inocente derramaron en su país.
Pero Judá será habitada para siempre y Jerusalén por todas las generaciones.
Yo vengaré su sangre, no la dejaré impune, y el Señor tendrá su morada en Sión.
Salmo 97(96),1-2.5-6.11-12.
¡El Señor reina, alégrese la tierra,
regocíjense las islas numerosas!
Lo rodea una nube tenebrosa,
justicia y derecho son la base de su trono.
Los montes se derriten como cera
ante el que es Amo de toda la tierra;
los cielos proclaman su justicia
y todos los pueblos ven su gloria.
La luz ya asoma para el justo y la alegría,
para los de recto corazón.
Alégrense, justos en el Señor,
y den gracias a su santo nombre.
Lucas 11,27-28.
Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: "¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!".
Jesús le respondió: "Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermón para Adviento (trad. cf. breviario 1er miércoles de Adviento)
“Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2,51)
El que me ama –nos dice– guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a Él. (Jn 14,23). He leído en otra parte: El que teme a Dios obrará el bien; pero pienso que se dice algo más del que ama, porque éste guardará su palabra. ¿Y dónde va a guardarla? En el corazón sin duda alguna, como dice el profeta: En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti. (Sal. 118,11).
Así es cómo has de cumplir la palabra de Dios, porque son dichosos los que la cumplen. Es como si la palabra de Dios tuviera que pasar a las entrañas de tu alma, a tus afectos y a tu conducta. Haz del bien tu comida, y tu alma disfrutará con este alimento sustancioso. Y no te olvides de comer tu pan, no sea que tu corazón se vuelva árido: por el contrario, que tu alma rebose completamente satisfecha.
Si es así cómo guardas la palabra de Dios, no cabe duda que ella te guardará a ti. El Hijo vendrá a ti en compañía del Padre, vendrá el gran
Profeta, que renovará Jerusalén, el que lo hace todo nuevo. (Hch. 3,22; Jl 4,1; Ap 21,5).
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